Yo todavía seguía sosteniendo a Tom, casi ni me daba cuenta de que lo hacia con lo asombrado que estaba. Aquel chaval, tendría unos 14 años, era tan parecido al niño que encontramos que llegué a pensar que habría crecido repentinamente desde que lo dejáramos en la enfermería. Resulta increíble como a veces llego a pensar de una manera bastante absurda.
- Oh, si, perdona. – aquello fue todo lo que mi mente fue capaz de contestar.
Ahora, ya de pie uno a lado del otro, vimos como el chaval bajaba del techo del barracón sin dejar de apuntarnos. Se acercó a nosotros, y mientras lo hacia, noté como Tom intentaba ahogar una carcajada. Me resultaba increíble que le entraran ganas de reírse en una situación como esta, pero solo hasta que pude ver de cerca al pistolero solitario. Con aquellas gafas de buceo tenia un aspecto realmente…. peculiar. Casi también se me dio por reír a mi; pero por fortuna nos contuvimos los dos bastante bien.
- Parece que os tengo cagaos de miedo, ¿eeehhh? – el chaval malinterpretó nuestros temblores. A mi casi me dolía la cara del esfuerzo por contener la risa.
- ¿Cómo has llegado hasta aquí? - pregunté. El inoportuno ataque de risa había cesado y conseguí hablar seriamente.
- Por correo. ¿Pero tú que crees? Vine a pie. – contestó el chaval. Era evidente que tenía ganas de evitar preguntas tontas. Ciertamente, después de pensarlo, a mi también me pareció una pregunta bastante estúpida. Me dije que no podía subestimar a alguien que, siendo tan joven, había sobrevivido en la ciudad.
- ¿Y para que has venido a este lugar precisamente ahora mismo? – la pregunta de Tom resultaba mas pertinente, sin duda - ¿Por qué no saliste antes de la ciudad?
- Porque en la ciudad estaba buscando a mi hermano, y os vi a vosotros dos traerlo hacia aquí. Así que me vais a decir donde está o probaré con otro dardo venenoso mortal.
- !¿Pero que haces?¡ – Tom estaba realmente enfadado – Deberíamos hacer que lo llevaran con su hermano, por lo menos así estaría más seguro.
- No hace falta que me hables en ese tono. – contesté - Ya me siento bastante repugnante por mentir al pobre chaval como para que aun encima tu te enfades conmigo. El muchacho este ha sobrevivido en la ciudad; puede servirnos como guía mostrándonos los caminos más seguros.
- ¡No te atreverás! – la indignación que inundó a Tom fue un duro golpe para mi. Aunque no lo culpaba por sentirse así.
- Hablaremos más tarde – eso fue todo lo que di por respuesta.